Política

Karl Marx: ¿el comunismo es históricamente necesario? (Pista:No)


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Marx vaticinó un futuro capitalista  terriblemente desigual que sería la antesala de una revolución de la clase obrera. Se equivocó.

Como estudiante de Ciencias Políticas sabía que tarde o temprano en algún punto de la carrera me tocaría «enfrentar» directamente a Marx. Aquí tenéis el resultado de mi primer acercamiento a la obra del autor alemán en forma de pequeño trabajo para la asignatura de Pensamiento Político. Ciertas partes del texto contienen juicios de valor que no gustarán a muchos. Aun así, creo que la parte descriptiva del trabajo sí puede ser de utilidad para todos.

¿Por qué afirma Marx que es el capitalismo el que hace que el comunismo sea históricamente posible y históricamente necesario? ¿Estás de acuerdo con sus argumentos?

Karl Marx (1818-1883) fue seguramente el pensador del siglo XIX que ejerció más influencia  sobre la humanidad en el siglo XX. Aunque durante buena parte de su vida sus obras no gozaron de gran reconocimiento y él fue más bien un personaje públicamente poco conocido, al final de su vida (habiendo ya formulado sus ideas principales) se convirtió en el líder de un poderoso movimiento político internacional que adoptó su propio nombre (Berlin, 2000). Este aislamiento no se debió solamente al temperamento del teórico alemán (al que muchos calificaron de rígido e implacable (Berlin, 2000)), Marx rechazaba la actitud de fondo presente en la mayoría de los revolucionarios de su época. Estos podían divergir en sus fines y en los medios que invocaban para llegar a tales fines, pero la gran mayoría de ellos apelaban a normas, a unos principios comunes a toda la humanidad, para sostener sus reivindicaciones. Hasta los partidarios de la revolución violenta creían que los valores morales constituían el soporte para la acción, pensaban por tanto, que los individuos podían cambiar su medio político-social  a través de su voluntad  (Berlin, 2000). Marx refutaba ésta premisa, para él la historia de la humanidad estaba gobernada por leyes que no pueden ser alteradas por individuos empujados por ideales (Berlin, 2000).  Desde su punto de vista los ideales eran ilusiones provocadas por las circunstancias materiales que a los hombres les había tocado vivir, mitos en los cuales estos deseaban creer, pero falsas ilusiones que al fin y al cabo tergiversaban su percepción de la naturaleza “real” del mundo en el que vivían y su posición social en él. Quizás, desde una perspectiva histórica la principal aportación de Marx (junto a su amplio análisis histórico del sistema capitalista) reside en este punto, él estimó que los valores no pueden separarse de los hechos, sino que necesariamente han de estudiarse en dependencia del modo en que se miran los hechos, “modo” que según él está condicionado por unas determinada relaciones económicas (Berlin,2000).Sólo comprendiendo las leyes del proceso histórico (comprendiendo la posición del hombre dentro de un orden concreto) se puede actuar “racionalmente” sin caer en estas falsedades. Como veremos en este trabajo, para Marx este orden surge del tenso e inevitable conflicto entre fuerzas sociales opuestas a las que los hombres pertenecen por su posición respecto a otros hombres en unas determinadas relaciones de producción económicas. Convencido de sus descubrimientos, Marx intentó impulsar al movimiento obrero de su época, al que veía como principal el principal protagonista de la revolución que estaba por venir. Lo cierto es que sus ideas tuvieron y siguen teniendo un gran impacto, inspiraron multitud de revueltas sociales que dieron paso a la creación de varios regímenes políticos que se autodenominaron “marxistas”. En este trabajo argumentaremos que, precisamente, la posterior fuerza de sus ideas y la voluntad de crear una  potente teoría omnicomprensiva de lo social descubriendo unas “leyes de la historia”, son factores que nos permiten subrayar los grandes puntos débiles de su obra. Antes de tomar posición y hacer una valoración de los argumentos que expone Marx para asegurar la desaparición del capitalismo, es necesario conocer el contenido de estos argumentos. Para ello primero nos sumergiremos en su teoría del “materialismo histórico” y luego intentaremos comprender los argumentos que esgrime en su teórica económica. Una vez hecho esto, podremos defender con algo de eficacia nuestra opinión respecto a lo que el autor alemán propone.

La teoría de Marx tiene como base la estructura y los conceptos del sistema de pensamiento de Hegel (1707-1813, filósofo alemán, fue una de las principales fuentes de inspiración de Marx.). Hegel pensaba que la historia de la humanidad es un proceso único no-cíclico que obedece a leyes descubribles. Cada punto de este proceso es nuevo, y surge de combinaciones del estado inmediatamente anterior. Estas combinaciones son fruto del choque entre “fuerzas” incompatibles, cada fuerza intenta prevalecer sobre la otra, realizando a través de esta tensión su propio desarrollo. Al final el proceso “explota” y culmina en un choque final que destruye a todas las partes implicadas  transformando el medio en el que tiene lugar y “saltando” con ello a un nuevo nivel del proceso histórico en una especie de “revolución creadora” (Berlin, 2000). La tensión, el conflicto, es lo que garantiza este incesante movimiento de avance al que Hegel denominó: “proceso dialectico”, con esta concepción de conflicto entre partes, Hegel pretende proporcionar una explicación del proceso dinámico de los hechos históricos. Para él, la combinación perpetua de fuerzas enfrentadas en una unidad cada vez más “elevada”, conduce a la humanidad cada vez a una mayor autorrealización de sus potencialidades. Para el filósofo idealista alemán la causa y el fin de este proceso es el desplegamiento del “Espíritu Universal” “que procura comprenderse a si mismo en las instituciones (naciones) que el mismo creó en varios niveles de conciencia” (Berlin, 2000,120). Marx reconoce el acierto de Hegel en considerar la historia como un proceso dialectico, pero califica a esto último (Espíritu universal) de “sustancia metafísica” que no puede fundarse en ningún conocimiento empírico y que por tanto no puede demostrarse por métodos científicos (Berlin, 2000). Marx, que en parte esta imbuido por el espíritu racionalista de la ilustración, piensa que los principios precipitadores de la dinámica histórica han de ser susceptibles al análisis empírico. Como el proceso histórico se compone de fenómenos de la vida social, el análisis empírico tiene que centrarse en la naturaleza del contorno social que constituye el contexto en el que los hombres viven sus vidas (Berlin, 2000). Para Marx,  este contexto  viene determinado por el modo de producción de las condiciones materiales de vida: [el modo de producción es]…un determinado modo de la actividad de estos individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida de los mismos. Los individuos son tal y como manifiestan su vida. Lo que son coincide, por consiguiente, con su producción, tanto con lo que producen como con el modo de cómo producen. Lo que los individuos son depende, por tanto, de las condiciones materiales de su producción. (Marx, 1846). Llegamos aquí al punto clave de la teoría marxista, el conflicto de la historia, aquello que hacer precipitar el proceso dialéctico en el medio social, es para Marx “la colisión entre clases económicamente determinadas, definiéndose clase como un grupo de personas, dentro de una sociedad cuyas vidas están determinadas por la posición que ocupan en el proceso de producción” (Berlin, 2000, 119). Desde esta perspectiva los hombres actúan de una determinada manera en función de las relaciones económicas que mantienen con otros miembros de la sociedad. ¿Pero cuál es el motivo empírico (históricamente observable) que da inicio a esta división? Marx establece que la historia de la sociedad es la historia de las innovaciones en el trabajo que modifican al hombre, sus pensamientos y sus relaciones con otros hombres (Berlin, 2000). Llegados a un punto en este proceso creativo, el hombre inventó la división del trabajo, lo que aumentó la productividad creando más riqueza de las necesaria para satisfacer las necesidades básicas. Esto permitió que algunas personas utilizaran esta acumulación como medio para coaccionar a otros individuos. Los acumuladores utilizaron su control sobre los medios de producción para explotar y dividir a los hombres en dos clases: ellos, que eran los que  controlaban los medios de producción  (medios de supervivencia) y los otros que no los poseían y se veían obligados a trabajar para los primeros. Sobre estas relaciones de producción se alzó una “superestructura” legal y política, según Marx falsas ideas, formas de autoengaño colectivo, que tienen el objetivo de ocultar la verdadera naturaleza de estas relaciones, defendiendo así (consciente o inconscientemente) el poder de la clase dominante (Berlin, 1992). Las ilusiones organizadas derivadas de esta superestructura llevan a los hombres a una situación de alienación (concepto clave en la teoría marxista): “La alienación se verifica cuando los resultados de los actos de los hombres contradicen sus verdaderos propósitos (Berlin,2000,126). Se da, cuando algo que los hombres han creado para satisfacer sus necesidades adquiere un estatus independiente y ya no es considerado como tal, sino como algo objetivo e impersonal (ejemplo: la figura de la propiedad privada) (Berlin,2000). En este sentido para Marx los componentes del capitalismo son el perfecto ejemplo de entidades objetivas con carácter impersonal; en este sistema económico los trabajadores son explotados como meras mercancías, por tanto es un sistema que con sus relaciones de producción falsifica “lo que los hombres son y pueden ser” (Berlin, 2000,131). Marx entonces pronostica que cuando los explotados (proletarios) tomen conciencia de su situación, cuando se percaten de que los burgueses subordinan la historia a un falso interés de clase, actuarán en virtud del avance dialéctico de la historia (del progreso hacia el conocimiento del hombre) como anteriormente lo han hecho otras fuerzas en fases anteriores de la historia. Entonces el poder concentrado de estos (reforzado como veremos por el propio desarrollo del capitalismo) eclosionará en una revolución comunista, en la que se cambiará la base económica (eliminando la división de clases) poniendo fin a la alienación de los hombres. En esta fase los hombres conscientes de su condición, «necesariamente» engendrarán ideas que beneficien a todo la humanidad, que ya no estará dividida en clases con intereses opuestos: “El conflicto desaparecerá para siempre y comenzara al fin la historia del individuo humano libre” (Berlin, 2000, 123)

Para entender el papel de los hombres como fuerza histórica Marx hace referencia a unos “verdaderos propósitos”, a una naturaleza de fondo “lo que los hombres son y pueden ser”, a una noción concreta de individuo “libre”. En el concepto de alienación, Marx deja entrever su concepción metafísica del hombre, él interpreta la esencia de la historia como “la lucha (no elegida) de los hombres por realizar plenamente sus potencialidades humanas”[…] el empeño del hombre por realizarse completamente es un esfuerzo por evitar ser juguete de las fuerzas (externas)[…] por lograr el dominio sobre ellas y sobre sí mismo(Berlin,2000,119). Y esto lo consigue mediante la actividad, el trabajo (unidad de pensamiento y acción, capaz de moldear el contorno y transformar a los hombres).  Para Marx este es el significado de libertad, actuar conscientemente para dominar estas fuerzas y desarrollar así todas las potencialidades humanas, con ello el hombre podrá llegar a un estado organizado de cooperación social consciente, de armonía interna y externa. Con estos conceptos, ahora si entendemos el sentido marxiano de la dinámica del proceso histórico, la guerra de clases es una “perversión” de la verdadera esencia humana, el avance necesariamente llevará a los humanos a un punto en el que trabajo los unirá y liberará, dejando florecer la verdadera naturaleza libre humana: “la cooperación en una actividad común racionalmente comprendida y aceptada” (Berlin, 2000,121). Por ello podemos afirmar que el comunismo para Marx es “históricamente” necesario, el capitalismo con su división de clases no permite a los hombres alcanzar lo que en realidad buscan por el simple hecho de ser seres humanos.

Hemos intentado resumir los conceptos principales de la teoría marxiana, es hora de concretar su alcance dentro de la –según Marx- última fase de la dinámica dialéctica materialista de la historia: El sistema económico capitalista, la sociedad burguesa. Gracias a ello tendremos los argumentos necesarios para explicar porqué el comunismo es históricamente “posible”, y por ello, porqué el capitalismo está condenado a la desaparición. Con la que muchos consideran su obra cumbre, “El Capital”, Marx intentó demostrar que el sistema económico capitalista no era un ente estático con raíces en una determinada concepción de la naturaleza individual de los seres humanos, sino que era un sistema históricamente relativo de explotación de clase condenado por sus propias contradicciones a desaparecer en el curso de la historia (McLellan, 1977). En esta etapa histórica la lucha derivada de las desiguales relaciones de producción se libra entre la clase capitalista (explotadores) y la clase obrera (explotados), y tiene que ver (como en todas las otras) con la apropiación del trabajo de los explotados por parte de sus explotadores (plusvalía). Para sacar sus conclusiones Marx tomó prestados algunos de los conceptos de los economistas clásicos, estos le permitieron pconstruir su teoría sobre el valor-trabajo; en este sentido Marx hace diferencia entre valor de uso (utilidad de algo para satisfacer necesidades) y el valor de cambio (cantidad de trabajo incorporada al producto). A partir de cierto momento de la historia la división del trabajo y la generalización de la producción de mercancías para el intercambio “obligó” a los agentes económicos a establecer unos “términos comunes” de intercambio, por ello se tomó el trabajo como fuente del valor, siendo éste una especie de tiempo promedio de trabajo “socialmente necesario” (McLellan, 1977). Para aclarar, esta expresión hace referencia a “la cantidad de trabajo necesario en las condiciones medias de productividad del trabajo que existen en una época y país determinados” (Mandel, 1974). En el sistema capitalista la producción es exclusivamente producción de mercancías (productos para vender, con valor de cambio y uso), pero al ser un sistema no planificado existe un desequilibrio entre la producción necesaria para satisfacer las necesidades de toda la sociedad y la distribución del poder de adquisitivo de los consumidores. El capitalista puede invertir en mercancías que después resulten invendibles, convirtiendo el trabajo invertido en su fabricación en trabajo socialmente innecesario (se ha trabajado más de lo socialmente necesario respecto a las necesidades de la sociedad). Por el contrario si el capitalista produce por encima de la media social debido a la alta productividad de su maquinaria rendibilizará los gasto de trabajo social y recibirá un sobrebeneficio aunque haya utilizado más trabajo del necesario(Mandel,1974). Esta sobreproducto es la base de la plusvalía que es “la forma monetaria de la parte de producción del proletariado que se abandona al propietario de los medios de producción sin contrapartida” (Mandel,1974,12) El capitalista hace trabajar al obrero más de lo necesario para apropiarse de este excedente que solo puede surgir del capital variable (esto es la fuerza de trabajo), pues para Marx solo el productor crea valor (McLellan,1977). Por lo tanto esta plusvalía no viene determinada por un intercambio sino por el hecho de que el desarrollo de los medios de producción bajo el capitalismo permite al capitalista aprovechar el valor de uso de la fuerza de trabajo y con ello elaborar productos que exceden el valor de cambio de la fuerza de trabajo, lo que conduce a conceder el mínimo para la subsistencia al obrero y así maximizar la plusvalía. (Mandel, 1974). Antes hemos hecho referencia a la noción de capitalismo como sistema económico no planificado (anárquico) y en efecto, el principal motor de la sociedad capitalista es la competencia. La competencia es el móvil económico fundamental que empuja a los capitalistas a acumular capital (Mandel, 1974). El concepto de competencia describe la existencia de múltiples centros de decisión por lo que respecta a la producción y la inversión, y además su actuación en mercados ilimitados geográficamente y a nivel económico (poder de compra disponible) (Mandel, 1974). Esta condición anárquica tiende a producir aumentos de producción, ya que es eso lo que permite al capitalista reducir el precio del producto y garantizar su supervivencia en el mercado. El burgués consigue llegar a este objetivo utilizando el desarrollo tecnológico para aumentar su productividad, es decir incrementa la importancia del capital constante (maquinaria, infraestructura, etc.) en relación al conjunto del capital (Mandel, 1974). Para ello el capitalista utiliza la plusvalía que obtiene solo después de la venta de sus productos, con los beneficios de estas ventas puede comprar nuevas maquinas (incrementar capital constante), la plusvalía es por lo tanto lo que permite al industrial la acumulación de capital (Mandel, 1974). La competencia no permite que todos los capitalistas aumenten su productividad de manera constante, la competencia va acompañada -según Marx- de la concentración del capital en un número pequeño de empresarios debido a la gran cantidad de éste (capital) que hace falta en un determinado punto del proceso para seguir competiendo (producir barato). Esto como veremos lleva a una contradicción, el capitalismo que se basa en la libre competencia tiende por el contrario a la centralización, al monopolio (que es lo contrario). Las empresas que trabajen por debajo de la media de productividad desaparecerán o serán absorbidas, sus mercancías serán demasiado caras y con su venta no podrán costear el valor de cambio de la fuerza de trabajo.(Mandel,1974) Pero este movimiento no se puede alargar hasta el infinito, llega a un punto en que la inversión en capital constante es tan desproporcionadamente alta respecto a la del capital variable que la tasa de beneficio cae necesariamente (recordemos que para Marx lo que produce valor es el trabajo de productor), si bien el capitalista puede contrarrestar la caída con el aumento de la tasa de plusvalía (por ejemplo limitando salarios o reduciendo jornada laboral) esto tiene un límite físico, los obreros necesitan tiempo y unas condiciones mínimas para producir plusvalía, si esto no es así su productividad baja (Mandel,1977). El capitalista puede desplazar entonces su capital a otras ramas de la industria para comenzar de nuevo el proceso de acumulación, pero cuando allí llegué otra vez a este punto de contradicción, se verá obligado a volver a desplazar su capital a otras ramas, y estas en principio no son ilimitadas.  Las  contradicciones, pues, desembocan a la larga necesariamente en crisis que en el caso capitalista son de sobreproducción, la inversión en capital constante lleva al aumento de la producción, lo que produce una saturación que el mercado no puede absorber porque no dispone poder de compra suficiente, el capitalista no puede valorizar su plusvalía y entonces se ve obligado a cerrar el negocio. Sólo a través de la destrucción de una parte de las fuerzas productivas el proceso de acumulación puede volver a empezar (Mandel, 1977).

Hemos comprobado aquí los argumentos que aporta Marx para sostener que el propio funcionamiento contradictorio del sistema económico capitalista lleva inevitablemente a crisis económicas de sobreproducción. Ahora bien para explicar cómo estas crisis pueden derivar en crisis sociales que alienten a la revolución y el cambio del sistema, tenemos que hacer referencia a las condiciones materiales que el capitalismo aporta para hacer posible el salto a la siguiente fase de la historia humana: el comunismo. Marx reconoce que la burguesía ha tenido un papel verdaderamente revolucionario en el transcurso de la  historia (Marx, 1848). Por un lado el capitalismo estructura las relaciones económicas a nivel mundial creando fuertes interdependencias entre sus partes, produce la “socialización” mundial de la vida económica. (Mandel, 1977). Del otro, los métodos de producción que el capitalismo se ve obligado a emplear para la acumulación implican una organización cada vez más racional, más consciente de las fuerzas productivas, lo que se contrapone con la naturaleza anárquica del mismo. Con el automatismo derivado del desarrollo tecnológico (el capitalismo lleva consigo un fuerte desarrollo de las ciencias), se vislumbra la emancipación del hombre del trabajo manual-impersonal, emancipación que no es totalmente posible por el control de los medios de producción de la clase dominante. El desarrollo incondicional de las fuerzas sociales productivas de trabajo se contradice con el cerco al consumo que los capitalistas imponen a los proletarios para poder adueñarse de la plusvalía, la economía en la sociedad burguesa se ha desarrollado hasta tal punto que ya sería posible satisfacer completamente de forma racional todas las necesidades de la sociedad humana evitando el malgasto social que provoca la producción capitalista (Mandel,1977). Pero el verdadero agente del cambio, la fuerza que se da cuenta de todas estas circunstancias y puede dirigir el cambio de la base económica es el ejército de trabajadores que el capitalismo crea para su funcionamiento: el proletario. La tendencia monopolística de la producción capitalista lleva a la centralización de la producción y a la simplificación del antagonismo de clases, creando una masa mayoritaria de obreros explotados por una minoría burguesa. Este modo de producción capitalista permite crear lazos de solidaridad de clase; las condiciones a las que se ven sometidos, una combinación contradictoria de penurias materiales, alienación respecto a su trabajo y vinculación consciente con los demás compañeros de fabrica, permite el despertar de la conciencia de clase, los proletarios identifican entonces sus verdaderos intereses: el desarrollo consciente de sus potencialidades humanas en el seno de una comunidad libre de clases, y comprenden que esto se contradice totalmente con la lógica acumulativa de los capitalistas y las relaciones de producción existentes. La comprensión para Marx implica necesariamente acción: llegará un punto en que las contradicciones sociales llevarán a estos proletarios a tomar conscientemente los medios de producción para así abolir la división del trabajo preponderante y con ello el antagonismo de clases. Al cambiar la base económica, se cambia también la superestructura que era producto de ella, las nuevas condiciones socioeconómicas derivadas de la revolución comunista permitirán finalmente a los hombre seguir su esencia natural, conquistaran su libertad mediante su libre trabajo creativo, tomando el control sobre las fuerzas de la naturaleza mediante actividades y relaciones conscientes, esta vez de forma racional y armónica (Berlin,2000). Por lo tanto vemos que el capitalismo hace “históricamente posible” la llegada del comunismo, por sus contradicciones internas, pero también porque crea las condiciones materiales necesarias para que ello sea posible.

Con todos los argumentos expuestos anteriormente, podemos ahora sí contestar con algo de holgura la segunda pregunta del enunciado. Vemos demasiados puntos débiles en la teoría de Marx como para mostrarnos favorables en la totalidad de sus argumentos. Podríamos, como se suele hacer desde algunos contextos, remitirnos al aspecto económico de su teoría y comparar sus postulados con el desarrollo del capitalismo desde el siglo XIX hasta nuestros días, intentando con ello negar la validez de sus argumentos. Encontraríamos pero, que Marx acertó en predecir algunas de las tendencias de éste (por ejemplo la tendencia a la concentración del capital), otras en cambio no, en todo caso no podríamos negar que el funcionamiento interno del capitalismo actual se corresponde en gran medida con lo que describió Marx en el siglo XIX. La lógica de acumulación sigue, por esto si seguimos los postulados de su teoría económica aún podemos interpretar los movimientos actuales del capitalismo en clave marxista, y por lo tanto esperar, que a larga sus contradicciones produzcan los efectos que Marx pronosticó. En nuestro caso pensamos que es más adecuado (tendremos más éxito) atacar las inconsistencias de su teoría histórica, social y metafísica.

Hemos visto en la primera parte del trabajo que tanto Marx como Hegel utilizan una estructura dialéctica para entender el proceso histórico. Desde esta posición la historia es evolución, cambio continuo, un conflicto inevitable entre fuerzas antagónicas que llegados a un punto chocan y expanden los horizontes de la humanidad a un nuevo nivel (Berlin, 1992). La historia, pues, es un drama con muchos actos, un drama pero que acabará con final feliz, ya que si no fuera así este drama no tendría un sentido. Para Marx estos enfrentamientos son el camino indispensable para que el hombre llegue a un estado final en el que pueda dominarse a sí mismo y a la naturaleza, mediante la acción racional consciente, libre de coacciones de fuerzas externas pervertidoras. Por ello ve el progreso de la historia como la liberación progresiva del hombre que le lleva hacia la realización total de su esencia. Sin duda la estructura hegeliana que utiliza para explicar esto tiene algo que atrae, su diseño omnicomprensivo, coherente e impenetrable puede resultar atractivo, el problema es que esta solidez supone su mayor defecto y su mayor virtud (Berlin, 1992). Aunque Marx intenta trasladar la dialéctica hegeliana a términos empíricos, ésta sigue siendo una doctrina no-empírica. No se puede demostrar que esta concepción conflictual de la historia se dé en la realidad en base a hechos históricos pasados, ya que esta doctrina es un método que analiza estos hechos presuponiendo su propia validez como herramienta de interpretación. Parte, pues, de una concepción metafísica previa del movimiento histórico, concepción que conecta con una antigua tradición filosófica occidental. Marx piensa que la historia tiene un “sentido” concreto, es el movimiento de la ignorancia hacia el conocimiento, de lo conflictual a lo armonioso, piensa que en un momento dado los hombres llegaran a superar sus diferencias, comprendiéndose a sí mismos y convergiendo en un “todo” armonioso, estático y sereno. Entrar en valoraciones a este nivel de razonamiento metafísico siempre es una cosa problemática (depende del sujeto). Sí queremos remarcar, que la empiridad de su teoría materialista de estructura hegeliana se desmorona fácilmente si no se parten de estos supuestos metafísicos. También advertimos que la concepción de Marx de esta última etapa de la humanidad es bastante “optimista”, más si tenemos en cuenta que carece de base histórica real (Berlin, 1992), además su ordenación no deja de ser algo contradictoria; la inevitabilidad de los conflictos lleva inevitablemente a un estado de no-conflicto (eliminando lo que en teoría provoca el conflicto eliminamos el conflicto en sí). Si seguimos la tesis esgrimida por Isaiah Berlin en su popular biografía de Marx, podríamos incluso negar la validez del fundamento materialista de la teoría de Marx (lo que para Marx provoca el conflicto) haciendo referencia al efecto que provocó su pensamiento sobre la humanidad en el siglo XIX y XX. Sus ideas no eran una pieza más de la superestructura encargada de ocultar las verdaderas relaciones de producción, pero sin embargo si alteraron fuertemente la visión del individuo con su contorno, y no al revés como se puede suponer de su teoría. (Berlin.2000). Siguiendo la crítica, destacamos que en un punto del trabajo afirmamos que para Marx la comprensión lleva a la acción, si como Marx creemos que hemos comprendido a través de la razón el sentido del mundo (nuestra relación con la ley que lo rige), entonces sabremos como tenemos actuar para cumplir con nuestra “misión”, hacer lo contrario sería ir en contra  la razón. Vemos en esta posición algo que fácilmente puede llevar al dogmatismo, si la etapa final de la historia es tal como la describe Marx, entonces podemos pensar que no hay “coste” suficientemente alto como para no llegar allí, este tipo de razonamiento, como el pasado ha demostrado, puede llevar a los hombres a hacer auténticas barbaridades. Relacionado con esto también nos mostramos inquietos con la división que hace Marx del género humano en dos macro-fuerzas homogéneas. Él piensa que el progreso tecnológico es lo que produce el antagonismo, la división de clases. Una de estas clases es la ascendente, la destinada a llevar a cabo la revolución, la otra en cambio está condenada a desaparecer o a ser absorbida por la primera. Desde la teoría de Marx podríamos interpretar (aunque esta no fuera su intención original) que la mayoría de los integrantes de esta última no pueden ser salvados porque están cegados por las emanaciones de la superestructura, son por lo tanto obstáculos del progreso de la historia que hemos de “superar” para lograr la unidad armoniosa. Volvemos a notar aquí algo que no “encaja”, este tipo de pensamiento también puede llevar a ciertas personas a hacer grandes sacrificios en nombre de un ideal al que se considera “objetivo” e inevitable. Nosotros como Kant, pensamos que no hay nada superior por el encima del hombre; el hombre es un fin en sí mismo. Los valores los crean los hombres, no son leyes cósmicas situadas al margen de ellos, ni estas leyes ni nada tienen un valor absoluto en sí mismo, el valor de una idea en realidad se lo conceden los hombres, y ningún hombre merece ser pisado en nombre de ellas, por muy brillantes que parezcan. Valga esto último como reflexión final, la visión marxiana de sociedad comunista se nos antoja utópica y además poco deseable en la práctica, en una sociedad en la que en principio se comparten todos los valores, lo que se sale del guión “racional”, es algo que se tiene que corregir para volver a la unidad armoniosa. No pensamos que esto precisamente constituya una forma de “liberación” del ser humano como sujeto que aspira a dominarse a sí mismo.

 Bibliografía.

  • Berlin,Isaiah;1992, “El fuste torcido de la humanidad”, Ediciones península (Barcelona)
  • Berlin, Isaiah; 2000, “Karl Marx”, Alianza Editorial (Madrid)
  • Mandel, Ernest;1974; “Iniciación a la economía marxista” [http://www.ernestmandel.org/es/escritos/pdf/iniciacion%20a%20la%20economia%20marxista.pdf]
  • Mandel, Ernet;1977; “Introducción al marxismo” [http://www.ernestmandel.org/es/escritos/pdf/Introduccionalmarxismo.pdf]
  • Marx,Karl;1846, “La ideología alemana”, “Cap.1:Feuerbach Oposición entre las concepciones materialista e idealista” [http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/feuerbach/index.htm]
  • Marx,Karl;1848, “Manifiesto comunista” [http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm]
  • McLellan,David; 1977, Ed. Crítica (Barcelona)

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